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Mostrando entradas de julio, 2015

El rincón de la esquina

En el rincón de la esquina está olvidado un espejo. No volví a dar ese paso por el reflejo extraño de mi rostro. Ver y ver hasta comenzar a ver un otro en la superficie pulida. Ecos de otros tiempos tal vez. O del rostro común que, en el fondo, todos arrastramos. Porque, al fin y al cabo, todos llevamos la humanidad a cuestas. 

Las 7

Fantasmas deambulan a 120 por las calles. Desesperados por un shot más de tiempo. Un pesar enredado en el pulso de la mano izquierda. Llegué demasiado temprano a la vejez. Por dicha sol y un hilo de café que se despeña directo hacia el cerebro. Pronto se nublará mi visión de rayos equis y quedaré así, lleno de mortales fantasmagorías.

Y...

Y si esta esquina hiedra del tiempo... Y si el segundo o el minuto cardúmenes a través de un océano azul azul... Y si un universo o un botón suelto de una camisa... Y si un ave de paso y un suspiro o, en su defecto, una semilla. Y si... Quizás... Tal vez... Ojalá.

Encrucijada

La tierna hora del amanecer. Las posibilidades abiertas de la vida y de la muerte. Antes de tomar el desayuno y resolver este domingo de oficio. Pero ahora me revuelvo entre rayos de sol y expectativas. También soy un héroe me digo. Mi pluma sangra versículos del mundo me sueño. Soy un hijo de este momento. Los segundos entonces se desparraman unos sobre otros construyendo ese dichoso puente hacia la mañana.

Día verde

Luz que reintegra todos los oscuros ángulos en el sentido. Cada espacio del apartamento se presenta transfigurado e inofensivo. Largos silencios en la cadena nerviosa del pensamiento. Estoy listo para la música y para la mortificación de los huesos.

Recuerdos

El añejo malestar después de la borrachera de la memoria. Uno empieza por un pequeño trago. Hace diez años... Un día como hoy... Ese perfume... Entonces empieza la caída libre. Recordar parece más bien como olvidar. Porque cada suceso toma el lugar de todo lo demás que también pasó y nos convence de que hemos vivido tan poco.

El momento

El silencio repentino. Como quien ha despojado toda una casa de sus memorias y quedara ese sonido remanente que conocemos tan bien. No puedo esperar por una hora sin pensamientos pero los días son así. Veo la curva del sol y siento que me perdí de algo de forma irreparable. Vuelvo de nuevo al tibio cobijo de mi adentro.

Gatos

Veo gatos pasar desapercibidos por el resquicio del ojo. Sombras que se cuelan a través de los umbrales y pretenden simplemente no estar. Ojos felinos que se asoman al abrir una gaveta o querer dar la última mirada a la casa que, aparentemente, se queda sola. Pequeñas garras aferradas a la esquina del ahora. Guerra de latas en el cielo. Maullidos escapados de las entrañas de la noche. Luego, uno da un paso incierto hacia el día siguiente con las almohadillas mullidas de un espía.

Sonidos

Quietud de una mañana sin agüizotes. Los techos crujen ante el vaivén de la temperatura. Un ventilador cansado da vueltas a sus minutos. Al fondo, siempre hay algún sonido metálico que no podré explicar. Como los murmullos indescifrables que hacen eco en los pasillos. Así se pasan los anti—momentos. Existencia pura en medio de esas composiciones maestras que hacen los fenómenos. Un difuso y diminuto sentimiento de agradecimiento.

Esquina atrapada

Acaso habrá usted sentido la nostalgia de otro lugar, otra vida, otro tiempo, otros seres. Es un fallo en alguna corteza del cerebro. Tal vez usted se habrá sentido estancado en ese todos los días, en esa ruta loop , en la vida hecha de jirones de las neuronas dislocadas de sus más allegados amigos o enemigos. Es alguna neurosis, una madre mal resuelta o, peor que todo, un padre ausente. Tal vez haya sentido usted el vértigo de la muerte y sentirse sucio al pensarlo. Tal vez a estas alturas no haya probado la vida como acostumbran hincarle el diente esos homo sapiens . Es un error. De usted. No es así? No es así? A usted también se lo dijeron así? Porque no hay nada malo en el mundo. Es usted.

La esquina del ahora

La esquina del ahora no empieza ni termina. Está ahí. Desaparece para continuar su eterna presencia. Esa eternidad. Parte de los fenómenos del tiempo. Bastan dos muros y una mirada. Sueño la palabra adoquinada con las huellas de los caminantes del después. Basta entonces la vida para imaginarse que el futuro es algo que nos circunda.