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Mostrando entradas de julio, 2016

Debajo de la mesa

Debajo de la mesa, las manos sobre la cabeza, los ojos cerrados, apretados, el pecho forzado hacia las rodillas, las rodillas empujan el duro suelo de cemento; los oídos reventados, acidez, la nariz no cesa de reconocer los inconfundibles olores; mucho polvo, sonidos, sonidos y sonidos, creo que es la cabeza; corazón y corazón que pone en marcha el tiempo; la espera del dolor sin tregua, la tregua que da un leve recuerdo, un pendiente irrelevante, como quien saca al pensamiento por la ventana más alta y le pide que no vuelva. Debajo de la mesa, las manos sobre la cabeza..., la vida haciendo equilibrio sobre cada segundo a punto de desaparecer...

Tiempo detenido

Contrario a lo que pensamos, el tiempo se detiene, a veces. Como esta mañana. Las mismas personas salen de sus casas hacia sus trabajos. El mismo runrún de los portones eléctricos abriéndose pesadamente y cerrándose pesadamente mientras guardan esas casas oscuras y vacías  a la luz de esta mañana en la que, como dije, el tiempo se detiene; por momentos. Mi vecino de arriba baja con los pies cementados la escalera y limpia diligentemente el rocío de la noche que se ha condensando en las superficies de su automóvil. Ese, el de la alarma de reversa. Mi vecina de más allá, hace esfuerzos desesperados por no caer mientras su pequeño perro la arrastra hacia la calle como si fuera un viejo carruaje que huyera de algún peligro que lo acecha. El parqueo del condominio se va vaciando poco a poco. Las nubes van pasando como si fueran las mismas de ayer. Las calles se van colapsando de nuevo. El locutor dice: "Tenemos código rojo en la 27". Y así es como el tiempo se detiene. El filtro d

Terminal de buses

Día oscuro y un ligero malestar. Desde temprano, el pensamiento teje telarañas que atrapan distraídos deseos. Así como estoy, metido en una terminal de buses con sus sillas de espera y su televisor siempre en silencio, soy una partícula anónima de humanidad. Nuestras vidas sangran tiempo por todos los poros. Y no hay nada extraordinario en eso. Todas las tragedias se acompañan desde tiempos inmemoriales y todas las esperanzas se cumplen, aunque no con los mismos actores o las mismas circunstancias de quienes las imaginaron.  Es el sacrificio que ofrece cada cuerpo en este cerrado espacio de esta terminal de buses. Los mismos que van a ese valle del sur donde nací. 

Viejo oeste

Solo de armónica. Ahora que recuerdo las viejas novelas del oeste que leía en mi adolescencia. Vaqueros vagando en las grandes planicies de lugares desconocidos. Bajo el sol y ese horizonte inalcanzable. Bajo la luna y el aullido de algún lobo. Viajes que nunca acaban. Recompensas ansiadas que siempre terminan en el foso de algún amor o de alguna deuda que ya no retenía la memoria. Luego, siempre una lluvia de disparos seguida del silencio que cubre las grandes extensiones del oeste. Difusas imágenes que yo mismo me he inventado. Fotogramas de películas que vi. Solo de armónica y los pasos resuenan sobre la polvorienta calle principal de un pueblo abandonado. ¿Contra quién me enfrento? ¿No es siempre el gran antagonista el pasado? El viento apura las malezas por el paisaje desolado y me doy cuenta que esta tristeza es puro cliché. Pero, ¡qué mierda!, el cliché se siente tan bien. Solo de armónica. Un cadáver con los ojos desorbitados es un bulto oscuro ahora que la noche llegó. Pronto,

Extraño

No es por el tráfico, empujado por los latidos insistentes del deseo. Ni porque la espera en una parada de bus desolada me recuerde viejas películas del spaghetti western. Ni siquiera por ese caminante que veo a o lejos, inconfundible en esa camiseta tan blanca que parece un engaño. O porque la ciudad es un enorme hongo que carcome las montañas. Es por esta mirada rota, esta fisura en la palabra, es por esa misma imposibilidad de explicar lo imposible o porque existir acontece sin ningún permiso. Es por esto y no por otra cosa que el día de hoy es extraño como aquellos compañeros de colegio que insistían fervientemente en la destruccion masiva de aquello que había sido la infancia.