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Mostrando entradas de septiembre, 2022

De las series inconclusas. La forma del vacío.

 Sucedió aproximadamente a las nueve de la mañana después de escuchar a la lavadora hacer su tracatracatraca flu gorigorigori durante una hora y media. Abrí la tapa y saqué la primera camiseta que inundó de delicioso olor a detergente todo el cuarto de pilas. La tendí en un gancho. La vi balancearse ominosamente. Recordé que, en mi vida, había implementado tres formas para tender camisetas y que, de alguna forma, acababa de percibirme como un vertedero temporal para gestos mínimos. Soy la forma del vacío, me dije. Tal vez lo susurré y eso me espantó.  Mi madre tendía las camisetas por los extremos laterales de la parte de abajo. Eso ocasionaba que las camisetas siempre se estiraban de esos dos extremos y, al ponérmela, siempre era una extraña máscara de la tragedia que discurría por las calles de Pezeta. Cuando migré a San José, conocí a una amiga que tendía las camisetas exactamente al revés: por los extremos de los hombros. Me pareció fascinante porque ya no se estiraban las camiseta

Lúcido

 Es la otra vida. La paralela. La que apenas intuyo. La que está hecha de resignaciones y prescripciones ontológicas. No me explico bien. La que está hecha de sus residuos. De aquello que continúa vivo a pesar de que fue tocado por la muerte. Palpitante. Por eso quiero dormir siempre aunque el insomnio. Tirarme desde la absurda altura de mis ensoñaciones y planear en el vacío de lo que está por acontecer. Allí estoy realmente. No me podrán encontrar de otra forma.