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Mostrando entradas de marzo, 2017

Gripe y noche

Es el cuerpo que se vuelve un otro. Entra en estado de rebeldía. No quiere dormir, no quiere medicamentos, sí los quiere, bosteza, se apaga, se enciende, parece cosas de fantasmas si no es porque en esta era de la ciencia sabemos qué es la enfermedad. Ya sea porque aloja a un extraño que se multiplica en la intimidad de la sangre y los órganos o porque él mismo se convierte en extraño y olvida que una vez fue uno, el cuerpo en la enfermedad es un proyecto. Sí, exactamente. Un proyecto que en su extrañamiento produce una síntesis que es más que el cuerpo que era antes, aunque la memoria diga otra cosa. Pensamos que la enfermedad pasa y que el cuerpo regresa a su estado previo a la enfermedad. No es sí. Decimos: "¿Ya estás bien?" Pero no tiene que ver con esos maniqueísmos a los que nos lleva el miedo a la muerte. Es un tema de aceptación. De dejarse morir ese poco a lo que nos invita la enfermedad y devenir en otro ser: el del después.

A propósito de "Weekend"

No es que uno va por la vida pretendiendo encontrarse una película así o asá, que te diga algo importante o que, de repente, te haga redibujarte ( redraw ) o algo así. Uno no tiene ese propósito. Pero, a veces, sucede. Te metes en alguna selva cibernética o visitás un blog que te da un enlace o, simplemente, te lo dijo alguien en un video en youtube.  Uno no pretende verse en el mismo espejo del baño del personaje; pero pasa. Uno no cree que esa imagen registrada pueda enamorarte o en una sola caricia hecha encuadre hacerte sentir importante, o sea, que existís en esa dimensión oculta de lo humano. La película te hace un pequeño rincón para vos, como si estuvieras en casa de un amigo y mientras te cuenta lo que le pasó a Russell o Glenn, te escucha; porque las historias de uno están también ahí. No es que uno pretenda identificarse, pero cómo no pensar en esa conversación truncada o aquel beso fallido. Si ya, de por sí, me he sumergido en su breve esquina, con las luces tenues y esa am

Él y nada más

Tenía una luna en la nuca y un San Miguel furioso cerca de la cadera. Sudaba a mares, como se dice popularmente, y no le gustaba hablar mucho. Los sábados se derretía mientras corría interminables kilómetros por las calles grises de su pensamiento. "Un shot de cordura", le gustaba decir y no agregaba más. Planeaba convertirse en lobo un día de tantos y buscar una manada lejos, en ese país que existe en el último rayo de sol. Que era imposible, le decían. A él le daba igual lo que la gente considerara imposible. "Cada quien hace de sus miedos unas alas o un abrigo", dijo alguna vez. Me lo encontré en el revés de un espejo y esperaba por un disparo o un beso. Yo preferí lo último, sólo porque consideré que él era de aquellos espíritus que no debían extinguirse jamás. Y los besos son vida, ¿saben? Su espalda era un país que uno dejaba atrás en un vuelo de avión o, más bien, una cometa que se remontaba alto en el cielo de algún verano. Nunca quise que fuera real y no tu

Carta a mi alter ego

Hola. Espero que esta oportunidad que te he dado durante este tiempo haya sido provechosa para los dos. He pensado mucho en nuestra relación... simbiótica, digamos, y es por eso que decidí escribirte brevemente (tampoco es mi intención distraerte de nuestros asuntos), para que conozcás cómo me he sentido y, bueno, no quiero después que podás argumentar con un lacónico "no sabía nada" cuando sea momento de tomar decisiones. ¿Has notado este momento tan diferente en nuestras vidas? Hemos llegado a una incómoda esquina del ahora. ¿Qué hacemos entonces? Ya sabes cómo funciona: o cruzamos calles o doblamos por una nueva vía. Siempre es posible devolverse, propusiste alguna vez. Pero, ¿quién quiere pasar de nuevo por aquellos callejones sin salida o aquellos balcones inalcanzables adornados con geranios? Es tiempo para otras cosas. Pasemos por una floristería o por un vivero, sembremos una semilla en un lote baldío o, por qué no, recojamos el nido caído en un parque. Queríamos tant