Entradas

Mostrando entradas de 2015

Tarde nublada

La inmovilidad de los objetos. Congelados en la tarde de este miércoles nublado y bochornoso. La esquina del ahora cambia sus baldosas y un par de ratas enormes se hunden en la alcantarilla. Desde mi habitación escucho la música de hace veinte años y la vida entera se descascara. Ha pasado el tiempo me digo, como si el lugar común hincara mis pies en la tierra. Me hago un té y dejo que se enfríe, así todo echa a andar. Inercia y entropía. Mi corazón es la pendiente de una colina por donde se tropiezan los momentos.

Solsticio

Sé que parece un lugar común de la literatura pero mi ventana tiene un rosal que sube y se enrosca por las rejas que atraviesan la visión que tengo del afuera. Así es como se me presenta el mundo: común, determinado, mediado. Cuando el sol, una hora antes del crepúsculo, brilla sin obstáculos desde el oeste, se graban siluetas indescriptibles en la blanca pared de mi habitación. La felicidad existe así en los contornos de las sombras que nos llegan de afuera. Más allá de los discursos, de los contradiscursos, del conocimiento, del lenguaje y sus especies milenarias... y gracias a ellos también... existe la oportunidad del ahora que llega después de transitar los caminos incómodos de la incertidumbre. Hoy, en la noche más larga del año, la luz del sol se extingue en medio de una promesa hecha de rosales y rejas. De repente, me doy cuenta: soy la huella de la luz, un recuerdo de ella, que atraviesa la oscuridad del tiempo y sus salas adoquinadas.

Los vecinos que se fueron

Mis vecinos se han ido. Su espacio vacío queda como un cementerio enmarcado por las ventanas que ellos tapaban cuidadosamente con cortinas y evasiones. En las ahora deshabitadas habitaciones la luz llega y se va sin escuchar esas voces que se buscan unas a otras mordiéndose la cola. A esa sensación llena, molesta, acompañada de antes le ha seguido un abismo siniestro que no reconozco. Mis perros se ponen inquietos y huelen en los resquicios los evanescentes olores de lo que estuvo ahí. Como si quisieran tapar sus propias huellas, el espacio tiene puesta la máscara de lo que nunca pasó, nunca se dijo, nunca existió. Prístino, limpio, virginal. Vuelvo a ver mi apartamento herido, cicatrizado, intervenido, rasgado y no puedo menos que sorprenderme por los pasos tan livianos que alguien puede dar sobre las esquinas de la vida. A veces, tengo la extraña sensación de que son los espacios con sus murmullos remanentes los que invitan a los propios inquilinos dentro de ese nido tejido para ello

Así

Es así como crecen las flores y las montañas se levantan. Es así como se busca el beso y echan a volar los deseos y los quereres. Así las manos abrazan y recogen lágrimas para no morir de sed y los cuerpos esperan los tiempos del conocer y el olvidar. Así así se desliza el viento por las celosías y llegan a quemarse los viajeros meteoros en segundos. Y la voz se llena de temblores y la esperanza de premura. Y un tren se vuelve oruga y un minuto se convierte en una habitación vacía. Y las luces de la noche se vuelven la mirada tímida del misterio. Antes de acostarme es así como me sorprende el pensamiento. Es así. 

Recién diciembre

Riesgo de calcinación al cuarenta por ciento. Síntomas perceptibles: piel abrasada, escamas, lacrimales obstruidos, mudez y miopía intermitente. Es la época de las aves de paso pero el cielo está limpio, casi blanco. Alguna humedad dos metros por debajo de la superficie. Los niveles de pensamiento decaen por debajo del mínimo permitido. Peligro. Riesgo de muerte prematura sin apocalípticas oportunidades. No hay alarmas activadas ni nubes caprichosas. Sueño que existe un sol que devora por completo nuestras cicatrices. 

Hilos

Lentamente el día se va haciendo. Enredado, vestido, cubierto de fragmentos varios. Conversaciones sobre algo que siempre se quiso, planes pospuestos, amores de diciembre, lugares comunes de la autoayuda, gastos y aguinaldo, pitos y motores. Quisiera posponer este preciso momento. Posponer el deber de vivir precisamente porque no lo imagino. Realizo pequeñas e insulsas acciones que me amarren a esa realidad que se vuelve evanescente. Caminar las losas brillantes de un centro comercial, comprar alguna cosa, pedir un almuerzo con promoción. Deshago la imposible curva de la consciencia que intenta sin éxito contemplar su propio origen.

Luz y sentido

El universo de las probabilidades ha dejado caer su veredicto desde el puro inicio. Así, los rayos de sol de un jueves cualquiera se precipitan sobre las formas y encuentran su límite; ellos que se creían ilimitados. Nosotros, cuerpos llenos de fronteras nos damos a la tarea de pensar el infinito como una tarea siempre inconclusa. Un día sí, otro día no, los eventos cobran sentido y la muerte es un lunar en la espalda y no la sombra larga del crepúsculo. La luz rebota y sigue su camino curvo por el espacio con la melancolía de aquella superficie que la recibió por un momento. Luz al fin, las salas misteriosas de este universo son su casa y se deja, sin quejas, ser parte del juego de las probabilidades.

Palabras

Son las palabras que ya no están en la incómoda esquina del ahora. Las que ya volaron en ese suspiro extraño del café de media tarde. Reportes rezagados de un canal de televisión local... Del sur. O deseos concebidos entre los cipreses del año 92. No hay estrellas, luego no soy libre.  No hay estrellas, luego el universo está muriendo. No hay estrellas, luego tengo los ojos cerrados.  Las palabras y sus caminos todavía por hacerse. Luego, dirá algún setentero que "se hace camino al andar" y así sabré yo quedarme muy callado.  Olvidarán. Yo también. Cuando deje de empujar la puerta angosta de los relamidos discursos.

Pensar

Solo puedo imaginar que pienso como si fuera un diálogo inconcluso con los retazos de la memoria. Fragmentos inconexos que surgen de lo inesperado. Tanto ruido que es imposible siquiera percibir la existencia. Antes que todo diálogo se instituyera gracias al lenguaje y sus sucedáneos hubo un breve instante para ser. Sin embargo, ¿no es el lenguaje el principio de toda arquitectura? ¿No es todo lenguaje el deseo de un vínculo? ¿No es cada vínculo la forma de ser de este racimo de accidentes que acogió un nombre? Es así que un pensamiento es también una experiencia, un vínculo en el tiempo y en el espacio con esas instancias descentradas que me transitan.

Tapantí

Imagen

Despedirse

¿De qué se despide uno cuando llega el momento de despedirse? ¿Qué deja? ¿A quién le sirve esa despedida? ¿Es un aviso de que uno está a punto de no estar, que la vida continúa en ese lugar del universo sin uno? Pero no hay nada que pueda doler, aliviar o regocijar de la misma forma que el evento en sí. ¿Es lo último que debe quedar en la memoria? ¿No es, acaso, el último vistazo que damos a aquello que atesoramos de los otros y que lo tenemos en custodia en nuestra alma? Una vez que nos hayamos ido, esas sombras comenzarán a difuminarse en el recuerdo. Sin remedio. Mientras el baile del tiempo continúa su marcha forzada por la contingencia. 

Lluvia y un disfraz

El mundo se cubre de inocencia esta noche de lluvia. El tenue velo de los finales nos desarma porque, ¿quién se atrevería a acusar al héroe que nos salvó de esa ansiada destrucción? Todo final tiene una promesa de eternidad. Pero siempre hay un lunes, otro amor, una nueva tentación... Aferrados a nuestro disfraz de "ahora soy diferente", comenzamos un nuevo cuento para ingenuos. Ese cuento se relata las noches de lluvia sin más testigos que la profunda nostalgia por la vida que pudo ser. 

Abalorios

Los días y sus horas brillantes. Vivir es como escoger entre abalorios mezclados en una pasamanería con la torpe mano de un niño de dos años. Uno quisiera que esta hora del día o aquella fueran así o asá. Pero lo que retenés de la caja es algo completamente diferente. Uno va haciendo así el rosario que va de la mañana a la noche siempre con una oración guindando de la lengua. Antes de dormir, uno se dice tranquilamente que es imposible tener dos años para siempre y que escoger abalorios no es lo único que se puede hacer con la vida.

Sombras de domingo

Sol de mediodía y sombras agazapadas debajo de los objetos. Rótulos fantasmagóricos emergen en medio del panorama urbano arrastrando esas penumbras debajo de sus letras. Escucho continuas risas y conversaciones ajenas gravitando esta esquina del ahora. Este es un país feliz, quién puede dudarlo? Es así que los domingos dirigimos nuestras agotadas almas hacia la estación de servicio que son los centros comerciales. Para seguir nuestra ruta mientras ignoramos a esa odiosa compañera de cama que es la entropía. Desde ese punto de vista, la muerte necesariamente es reingeniería, reinvención, deconstrucción, salvación. Cuando se presenta, uno sale de esa agradable sesión de hipnosis y se pregunta por qué recuerda lo que recuerda.

Quién sabe

Quién sabe si las montañas esperarán por aquellos que seremos, si la brisa llevará las risas de aquel nuevo día que tantos ansiamos. Quién sabe si un minuto descuidado del futuro entenderá qué es el tiempo y una tímida mariposa verá las galaxias convertirse en un abrazo. Quién sabe si mi último suspiro lo recogerá la tierra fértil de los que todavía no están aquí, o si la palabra, esa chispa lanzada al cosmos, encontrará un tibio regazo donde quedarse dormida y soñar. En este siglo denso, toda lágrima parece evaporarse sin su frase de aliento y toda acción es un guijarro lanzado a un estanque donde perdió sus ondas. No es que no sepamos dónde vamos, es esta creciente sensación de que no hay adónde ir. Con todo, igual insistimos ciegamente en hacer algo que tenga sentido, no ese que compra y vende el mercado; aquel que nos hace reconocernos cargados de los siglos que nos buscan por una expiación.

Quietud

La velocidad se apodera de las carreteras. Autos innumerables dan vueltas acompasadas en las rotondas de esta ciudad mosaico. Miles de personas toman desesperadamente las calles, los buses, los taxis. Picos y palas entran pesadamente en la tierra con un ritmo hipnótico. Y las nubes... , esos habitantes de las premoniciones, se desplazan como en sueños por el cielo. Yo me quedo quieto. Espero. Nada parece perturbar las conocidas rutinas. Siento resonar las almas en mi interior llenas de rabia, tristeza y esperanzas. Yo mismo soy una cavidad llena de armónicos inesperados. Imposible identificar una hebra de identidad mas que esta forma de sentir, de observar, de esperar... Pronto llegará el bautizo de la velocidad para mí. Seré una partícula más entre las innumerables que pueblan este universo extraño desesperado por las premoniciones.

Misterio

El pie que busca la cálida madera del escenario. Ese lugar donde resucitan y se consumen las voces de otro lugar. Donde la palabra persigue las sombras escondidas entre las dimensiones y el cuerpo les da un lugar en la experiencia. Lleno de la ardiente expectativa, el corazón se encoge ante el oscuro primero y poco a poco hace de las almas convocadas una nueva familia. Es así como nos reconocemos lejos de las máscaras, gracias a las máscaras.

Sábado

Tres horas en insulsas pesquisas y ahora: una hoja de papel. Hay derrotas que se vuelven endémicas en ese lugar del adentro donde se cuecen los sueños. Se hace indispensable dejar que la vida como es se disipe en una gran conflagración de esperanzas aladas. Entonces, rescatar a los humillados, heridos, mutilados, olvidados y reinventar la historia de este micro-mundo que es mi mirada.

Evanescencia

Entonces es así como la vida que era se acaba. Una tubería bloqueada. El relleno de una almohada dinamitada en la habitación. Filas de hormigas trepando las paredes e hilos plateados de babosas que reflejan los rayos del sol. Una general apatía y paredes amarillentas silbando sus propias tonadas melancólicas. Noches sin estrellas y sueños sin recuerdos. Miradas vacías hacia un horizonte que es solo una idea y especies nuevas de emociones que parecen importadas. Vuelven las sombras de amores y desgracias buscando un lugar en la tumba de lo que ya pasó. Igualmente las siete plagas harán de las suyas preparando la llegada de un tiempo que está por resucitar. Así, la vida que era se acaba. 

Jazz

Ese jazz tan extraño. Como si mi alma se moviera por el cuarto estrecho de una arteria y se fuera a dar la vuelta por todas las carreteras. De repente, siento la nostalgia de vidas que supongo ajenas. Y pienso en vos por un momento y brindo porque hayan indispensables gotas de felicidad en tus mañanas y un amor seco y cálido al anochecer. Así siento paz con respecto a ese pasado que tiende a parecer extraño como ese jazz en blanco y negro.

No es

Descubrir que esta reja frente a la que estoy no es una reja. Que la lluvia no es sino un manojo de océanos o los charcos portales al cielo. Que mi rostro no está hecho de carne, sino de pensamiento. Que la línea que separa las horas es mi desesperación por el sueño. Que andar una acera es bordear un enigma o que el zacate fresco es el compromiso de la vida con el tiempo. Y así, el mundo que sería mundo el día de hoy es la llamada de una esperanza que se esconde en los resquicios de lo contingente.

Cambiar de estrategia

Disección de la realidad. Sin asco. Para los apasionados de las dimensiones. Se identifican, en primer lugar, las inconsistencias. Se interrogan los sueños y las marcas de nacimiento. Se cartografían las señales de la voluntad y se levanta un plan maestro. Luego se vislumbran las larvas y habitantes del más allá para dar un diagnóstico sobre el pasado; esa elusiva narración sobre la vida. Al final, todo ha quedado engavetado en tarros más o menos grandes con pintorescas etiquetas. Igual no sabe uno de qué se trata vivir. Para la próxima ocasión, supongo que la clave está en dejar ir esas realidades insuficientes y comenzar a inventar ese mundo en el que existan los brotes y gérmenes de la felicidad.

Un momento

No es una espera. No hay anticipación por algún evento que se trasluce en las causas y efectos de lo visible. Siento el cuerpo dilatarse y, es cierto, hay un sol en algún lugar de ese arriba interminable. Bien podría terminar hecho raíces o un aleteo brillante en alguna mañana de la historia. No tiene importancia, o tiene tanta, que bien podría sacrificar glorias y reinos por ese cálido lugar del ahora.

Insomnio

Los viajes oscuros de la madrugada son puro deporte extremo. Se pone en riesgo la cordura atada de un dudoso paracaídas. Luego, querés lanzarte directo al sueño pero te resbalas por el tiempo de la extraña realidad y todo es un cuentagotas. Es así como llega la tenue claridad del día. ¡Ya para qué! Te has convertido completamente en una bestia de ojos colorados y púas en todos los hemisferios.

Domingo y una lavadora

Ya se ha instalado cómodamente el domingo en su madriguera de horas. La noche se ha ido harta de un descanso que nunca llegó. Así que me levanté casi petrificado sorbiendo con desesperación el frío de la mañana solamente para pensar este día. Mientras, la lavadora comenzó a dar sus vueltas compulsivas y yo me refugio en mi madriguera de palabras. La danza teje los minutos de este domingo tan domingo. Es tiempo de meter un par de asuntos en mi cabeza y darles vueltas compulsivamente para ver si todo se hace más claro.

Tarde de la tarde inconclusa

Tarde de la tarde que siempre se duerme cuando debería estar despierta. De la que empieza por una pista y se queda suspendida en un abismo. De la que busca las alegrías en las ramas más altas de un roble viejo. Tarde de la tarde que presiente la noche y alarga sus minutos sin sentido para llenarse de promesas... tardías sí. Esa que se hace esperar, en la que todo es un después, la que pone todas las ansias en una hora escapada del día y se resuelve modestamente con un café y una nota en el blog. Luego, entra uno en el atardecer, ese túnel multicolor que desemboca en la lista de despedidas para lo que fue el día.

Viernes de noche y lucha de perros

Detención de los segundos. Los perros ensayan guerras mundiales en las estancias del apartamento. La cama bien podría ser la sede de las Naciones Unidas o algún vértice conflictivo bastante actual. Imaginen las sábanas cómo están. Siento el llamado cálido de la oscuridad, de la calle y sus luces mortecinas. Pero este viernes está detenido y espero pacientemente la paz mundial que pronto se firmará apenas los perros tengan ganas de dormir y se entreguen a sus sueños. Al fin y al cabo, de los sueños se nutre el mercado. He esperado ansiosamente que llegue esta noche de viernes toda la semana y ahora que está aquí, depositada pesadamente sobre mi consciencia, mi vista no puede despegarse de las paredes tan blancas que me circundan. Los perros inician otra lucha insulsa alrededor de un hueso ya viejo. Tendrán insomnio me imagino. Como yo, me digo. Sé que tengo que acercarme furtivamente al reloj de la noche y darle un empujón que ponga a rodar este viernes por todas las notas de un pentagr

La quietud

Detención. Avalancha de tiempo congelada. Ningún segundo colado por su esquina. Sosiego en el pensamiento. No hay disturbios. Pura gravedad y la inercia del sueño. Presencia y espera. Basta, seguramente, un parpadeo para que todo se precipite en lo que será el día de hoy.

Menta

El día es un manojo de hojas verdes de menta. Puedo respirar como si se hincharan los segundos con tiempo extra. Ha llovido y todo parece más vivo y la gente más amable y yo más hablador y más agradecido. Al doblar la esquina de este ahora vendrán las preocupaciones típicas de un miércoles, pero tal vez más frescas..., menos atravesadas en la garganta.

Antes de que amanezca

El sutil rubor del horizonte o el peso de los músculos que, a duras penas, ponen a andar los huesos. Elevo una plegaria y espero que las horas que nos van cayendo del firmamento lleven en sus entrañas sorpresas o tiernas alegrías. Que el día sea distinto!! Aunque la progresión de la luz parece la misma, aunque los mismos pájaros y los mismos primeros carros en la carretera. Pero yo, siento otra luz. De pronto, el cuerpo pesa menos y el cielo ya es azul y el tiempo me espera en la esquina para hacerme promesas en las que voy a creer. 

Los perros

El valor que mis perros le dan al mundo no coincide con el mío. El mundo, para ellos es una gran fruta, una aventura o una cacería continua. Yo veo infecciones, problemas intestinales y accidentes automovilísticos. Fuera de esa pérdida futura que es la muerte. Esa sombra en la esquina del ahora. Ellos se revuelcan en lugares insospechados donde parece que no hay nada o un cadáver seco de serpiente. Yo me revuelco en mil predicciones para el mañana y en otra vida que podría ser. Lo peor de todo, es encontrarme a mí mismo royendo el duro hueso de cómo viven mis perros y, la verdad, soy yo el que quisiera que el mundo fuera una gran fruta para comer.

Medidas

Lo más difícil es una vida de la talla de uno. Uno insiste, a veces, en usar una vida que ya no le queda. Esto no es tan catastrófico, ya que es fácil sentir la incomodidad; generalmente, cuando uno se da vuelta en las noches. Uno piensa, una y otra vez, en esas horas de la madrugada: "Creo que me voy a asfixiar", "La burbuja en la que vivo es tan pequeña". Pero la idea trágica de la vida comienza con una de esas vidas un poco anchas, un poco largas, con las que pensaste que podías ocultar esa terrible flacura o esa incontenible gordura que sentís que captura las miradas de aquellos que saben vivir de verdad. Te decís: "Ya no se ven mis hombros tan estrechos", "Se ven más pequeñas mis caderas"; y tenés un momento de alivio. Sin embargo, la vida comienza a sobrar por todos lados. Y no importan todos los esfuerzos que hacés para adecuar la imagen de ti mismo con tanto éxito que debería venir, siempre hay una sustancial frustración que te hunde en l

La lluvia

La lluvia de esta tarde es suave. Gotas hipnóticas que golpean techos y asfalto para deslizarse en la melancolía. Llueve y viene a mi memoria un jueves de junio. Hace más de quince años. Un amor amor que ya no duele. Así la lluvia se detenga o continúe, la válvula del pasado se abrió tímidamente. Gota a gota me vierte en el pensamiento discontinuos instantes que hace tiempo no contemplaba. Por aquello de la tristeza. Es un alivio, en este día que ya es de noche, descubrir esta curiosa reconciliación con aquellos años.

Junto a...

De repente ha llegado. Esta ausencia no fue para siempre. Creo en las espirales de la vida y en esa tan extraña forma de hacer música con el caos. Ha llegado y una lluvia de entendimientos. Ya lo amargo se hace suave para la memoria y el vestíbulo de los años no es tan estrecho. Y el futuro... es sólo una fantasmagoría.

Ausencia

Un día algo no está más. O alguien. Un peso inesperado en el pecho y el testimonio de este universo que confiesa su disimulada fragilidad. Luego, te imaginás que sos vos el que no está y que la propia ausencia se dejó vencer por el aire circundante, por el tiempo que siempre es avalancha, por el olvido que es eficiente e inexorable. Entonces, comenzás a dejar que la imaginación haga estragos y las ausencias se multiplican como si fueras despoblando la realidad de todas sus criaturas. Queda, al final, una nada; que uno se la imagina de blanco... o de negro. Pero de la cual es imposible sacar la propia mirada. Uno piensa que desaparecer, que irse de este mundo, no tiene que ver con la materia que se descompone o los 21 gramos; en vez de eso, es la mirada que se apaga y no puede asistir más al espectáculo incansable que tejen los nacimientos.

De viernes y otras criaturas del tiempo

El viernes es muy codiciado por sus promesas henchidas por el fin de semana. Criatura esquiva y desconfiada, se agazapa detrás de todos los deberes que son pospuestos hasta la otra semana si me acuerdo. En la aridez endémica de nuestros tiempos, su cuerpo con una cola larga y divertida nos hace olvidar que las semanas nos devoran poco a poco ante nuestra obstinada alienación. Por lo general, las giras turísticas se concentran en la búsqueda del común viernes y se olvidan negligentemente del domingo. Bicho rastrero que se camufla en nuestro camino para inyectarnos el veneno del lunes que está por llegar. 

B.

Hoy se deshace una huella en el pavimento. Las sucias calles del ayer sin nombre. Es el tiempo sin espinas el que uno se traga entero por el hambre. Todo a cambio del minuto perfecto. Sigo una ruta automáticamente. Fuerza para resistir no tengo. El tránsito de este nuevo siglo. Es por el desgaste de este cuerpo. Todo a cambio del minuto perfecto. Y crecen larvas en los dinteles. Y puedo escuchar las secretas voces de un deseo de catástrofes. De una caridad por la que espero. Todo a cambio del minuto perfecto. Invento fantasías seudomasoquistas y busco la palabra divina por si creer es algo que se olvida. Vuelvo a mi casa urbano y ebrio. Todo a cambio del minuto perfecto.

Intermedio

Dejo una pausa en la automática marcha de mi cuerpo por el día. Recuerdo: hay un afuera. ¿Dónde estoy? Evidentemente, en este preciso momento, sufro una muerte por sofocación. Es una muerte que puede durar veinte o treinta años, depende de cuánto oxígeno me quede en el espíritu...; de cuánto oxígeno nos quede. Todavía el cielo es azul y las personas se visten de amarillo. Desde aquí, escucho el sonido característico de aquellos que construyen los huevitos en los que viviremos mañana. Es indispensable ser feliz con los ocho metros cúbicos de atmósfera que le corresponden a uno y dar gracias por la inercia. Pero uno tiene la terquedad del desesperado e insiste en preguntar. Las preguntas no se le dan bien al mercado, eso ya se sabe. Ni se le dan bien a quienes retóricamente preguntan desde sus puestos intocables. Se me acaba la pausa. El momento vivo de este día con el cielo tan azul y un afuera pleno de aire.

Domingo

Un pequeño y profano bautismo de sol. Un agradecimiento ante la inesperada visita de la alegría. Y dejar correr el tiempo que imagino de forma alocada hasta que se detenga en una pequeña casa en la montaña, ya encanecidos los huesos, ya secas las canas y pacificados todos los sueños.

El rincón de la esquina

En el rincón de la esquina está olvidado un espejo. No volví a dar ese paso por el reflejo extraño de mi rostro. Ver y ver hasta comenzar a ver un otro en la superficie pulida. Ecos de otros tiempos tal vez. O del rostro común que, en el fondo, todos arrastramos. Porque, al fin y al cabo, todos llevamos la humanidad a cuestas. 

Las 7

Fantasmas deambulan a 120 por las calles. Desesperados por un shot más de tiempo. Un pesar enredado en el pulso de la mano izquierda. Llegué demasiado temprano a la vejez. Por dicha sol y un hilo de café que se despeña directo hacia el cerebro. Pronto se nublará mi visión de rayos equis y quedaré así, lleno de mortales fantasmagorías.

Y...

Y si esta esquina hiedra del tiempo... Y si el segundo o el minuto cardúmenes a través de un océano azul azul... Y si un universo o un botón suelto de una camisa... Y si un ave de paso y un suspiro o, en su defecto, una semilla. Y si... Quizás... Tal vez... Ojalá.

Encrucijada

La tierna hora del amanecer. Las posibilidades abiertas de la vida y de la muerte. Antes de tomar el desayuno y resolver este domingo de oficio. Pero ahora me revuelvo entre rayos de sol y expectativas. También soy un héroe me digo. Mi pluma sangra versículos del mundo me sueño. Soy un hijo de este momento. Los segundos entonces se desparraman unos sobre otros construyendo ese dichoso puente hacia la mañana.

Día verde

Luz que reintegra todos los oscuros ángulos en el sentido. Cada espacio del apartamento se presenta transfigurado e inofensivo. Largos silencios en la cadena nerviosa del pensamiento. Estoy listo para la música y para la mortificación de los huesos.

Recuerdos

El añejo malestar después de la borrachera de la memoria. Uno empieza por un pequeño trago. Hace diez años... Un día como hoy... Ese perfume... Entonces empieza la caída libre. Recordar parece más bien como olvidar. Porque cada suceso toma el lugar de todo lo demás que también pasó y nos convence de que hemos vivido tan poco.

El momento

El silencio repentino. Como quien ha despojado toda una casa de sus memorias y quedara ese sonido remanente que conocemos tan bien. No puedo esperar por una hora sin pensamientos pero los días son así. Veo la curva del sol y siento que me perdí de algo de forma irreparable. Vuelvo de nuevo al tibio cobijo de mi adentro.

Gatos

Veo gatos pasar desapercibidos por el resquicio del ojo. Sombras que se cuelan a través de los umbrales y pretenden simplemente no estar. Ojos felinos que se asoman al abrir una gaveta o querer dar la última mirada a la casa que, aparentemente, se queda sola. Pequeñas garras aferradas a la esquina del ahora. Guerra de latas en el cielo. Maullidos escapados de las entrañas de la noche. Luego, uno da un paso incierto hacia el día siguiente con las almohadillas mullidas de un espía.

Sonidos

Quietud de una mañana sin agüizotes. Los techos crujen ante el vaivén de la temperatura. Un ventilador cansado da vueltas a sus minutos. Al fondo, siempre hay algún sonido metálico que no podré explicar. Como los murmullos indescifrables que hacen eco en los pasillos. Así se pasan los anti—momentos. Existencia pura en medio de esas composiciones maestras que hacen los fenómenos. Un difuso y diminuto sentimiento de agradecimiento.

Esquina atrapada

Acaso habrá usted sentido la nostalgia de otro lugar, otra vida, otro tiempo, otros seres. Es un fallo en alguna corteza del cerebro. Tal vez usted se habrá sentido estancado en ese todos los días, en esa ruta loop , en la vida hecha de jirones de las neuronas dislocadas de sus más allegados amigos o enemigos. Es alguna neurosis, una madre mal resuelta o, peor que todo, un padre ausente. Tal vez haya sentido usted el vértigo de la muerte y sentirse sucio al pensarlo. Tal vez a estas alturas no haya probado la vida como acostumbran hincarle el diente esos homo sapiens . Es un error. De usted. No es así? No es así? A usted también se lo dijeron así? Porque no hay nada malo en el mundo. Es usted.

La esquina del ahora

La esquina del ahora no empieza ni termina. Está ahí. Desaparece para continuar su eterna presencia. Esa eternidad. Parte de los fenómenos del tiempo. Bastan dos muros y una mirada. Sueño la palabra adoquinada con las huellas de los caminantes del después. Basta entonces la vida para imaginarse que el futuro es algo que nos circunda.