Antes de que amanezca

El sutil rubor del horizonte o el peso de los músculos que, a duras penas, ponen a andar los huesos. Elevo una plegaria y espero que las horas que nos van cayendo del firmamento lleven en sus entrañas sorpresas o tiernas alegrías. Que el día sea distinto!! Aunque la progresión de la luz parece la misma, aunque los mismos pájaros y los mismos primeros carros en la carretera. Pero yo, siento otra luz. De pronto, el cuerpo pesa menos y el cielo ya es azul y el tiempo me espera en la esquina para hacerme promesas en las que voy a creer. 

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