Medidas

Lo más difícil es una vida de la talla de uno. Uno insiste, a veces, en usar una vida que ya no le queda. Esto no es tan catastrófico, ya que es fácil sentir la incomodidad; generalmente, cuando uno se da vuelta en las noches. Uno piensa, una y otra vez, en esas horas de la madrugada: "Creo que me voy a asfixiar", "La burbuja en la que vivo es tan pequeña". Pero la idea trágica de la vida comienza con una de esas vidas un poco anchas, un poco largas, con las que pensaste que podías ocultar esa terrible flacura o esa incontenible gordura que sentís que captura las miradas de aquellos que saben vivir de verdad. Te decís: "Ya no se ven mis hombros tan estrechos", "Se ven más pequeñas mis caderas"; y tenés un momento de alivio. Sin embargo, la vida comienza a sobrar por todos lados. Y no importan todos los esfuerzos que hacés para adecuar la imagen de ti mismo con tanto éxito que debería venir, siempre hay una sustancial frustración que te hunde en los domingos tan esperados. Cada día, alguien dice: "Vivís tan bien", y deliberadamente ignora esa mirada triste que busca un horizonte justo a la medida. Algún día, creo yo, llega el momento en que la vida te queda justa y un tibio calor divino ilumina las horas benditas del día. 

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