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Mostrando entradas de diciembre, 2019

Cuatro imágenes para un sábado

Como si se te hubiera quedado ese árbol caído que sigue ahí, sobre la acera de siempre, incrustado en ese lugar del miedo, debajo del esternón. Como si los ojos no pudieran abrirse, perdidos ellos dos en la espesa oscuridad, mientras el viento es viento y el cielo es de un azul imposible. Como si los pies, llagados ya de tantos horizontes, tuvieran que desandar los pasos de cada sueño concebido. Como si la mano no pudiera abrirse, atrofiada de escepticismo, para agarrar con desesperación a ese amor que está a punto de morir. Y, sin embargo, decirle al oído: adiós, nos veremos pronto. Y, con lucidez, ver un hogar en cada huella. Y aprender a no ver, para ver aquello que los sabios callan. Y dejar que ese tronco caído eche raíces en tu cuerpo para volver a respirar como lo hace el universo entero en su inestable eternidad.