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Mostrando entradas de enero, 2018

Narices y colas

Salí a dar un paseo con mis perros. Al suave, como se dice. Son esos días, esas horas... Las calles y las aceras hablan de una ciudad que sólo es la de esos días, esas horas. Voy al ritmo alegre de las narices y las colas. Uno podría ser cola, ser nariz, ser la ventana de un mundo. Que sí soy, que sí soy... Aquí voy. Ellos que son la espera, que son la ansiedad y la rendición completa no se cambian por ningún otro perro y les da miedo, creo yo, que yo cambie y sea otro y por eso le ladran a las sombras, a otros perros y a aquellos que, sin aviso, se acercan demasiado aprisa. Aquí estoy, les digo, aquí estoy. Y ya nada importa, ni siquiera esta ola de frío que es como un presagio incómodo. O que el futuro está hecho de arena. A mí me gusta verlos a los ojos. Se me pasan los minutos y no pienso. No hay nada qué pensar. El tiempo es nuestras existencias que se encontraron y no cesan de encontrarse. Luego pueden dormirse y yo, a mis cosas de humano, de vuelta a esas cosas del pensar, de vu