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Mostrando entradas de febrero, 2022

La casa imaginada

Cuando era pequeño, no podía imaginar una casa para mí. Las casas siempre eran de alguien. Construía, eso sí, con mis tucos, miles de naves espaciales. Todavía no podía imaginar que las casas viajaran. Así que lo que podía desear era un lugar a salvo dentro de las casas de las personas, en el rincón último, donde podía escuchar los murmullos de lo que ya fue. Acostumbrado a callar lo que observaba, pero a decir lo que debía, me parecía natural esa perenne sensación de estar desajustado. “Parece que vivir se trata de eso, ¿no?”. Cuando me fui de una casa para entrar a otra, de esa otra para entrar a otra, de esa otra para entrar a otra y el tiempo también era un cuarto de alquiler que habitaba mientras la muerte…, creí que la vida se trataba precisamente del viaje. Pero yo siempre estaba en la luna. A la que me había ido hace mucho tiempo con la primera nave espacial que pude. Y no quería volver. Como las casas no viajan y yo nunca supe qué era una casa, me asenté cómodamente en la cont