Abismo

 Que es que nos habíamos encontrado tres vidas atrás me habías dicho en el baño de la disco y que yo te dije no me acuerdo de nada así que a otros con ese cuento, esa era la historia que me tratabas de vender mientras todavía nos amábamos en aquella cama destartalada de nuestra juventud y que recordaste veinte años después mientras nos tomábamos el café en el que yo me disculpaba por haber sido como fui y vos nunca te disculpaste por nada, por eso te dije que terminaríamos pasando de largo uno a la par del otro en alguna calle, después de haber huido de los monstruos que ayudamos a crear y que, por una rara coincidencia de la vida, ambos habíamos pintado con horrendas y baratas crayolas de colores en la escuela mientras soñábamos lo que pasaría si encontrábamos a un amigo que fuera tan amigo como hubiera querido que un amigo fuera, con ese vocabulario pobre de la infancia y la esperanza tan abundante como la que teníamos cuando nos fuimos a vivir juntos porque eras mi familia y ambos fuimos tan ingenuos para creerlo y, posiblemente, ese sea mi último recuerdo de vos antes de iniciar esa desintegración que nos ofrece la muerte y que aceptamos porque la eternidad tiene la cara de la tristeza, la misma que te vi en el espejo del apartamento cuando, con una caja de cartón y la mochila te fuiste definitivamente y yo comencé a recorrer solo esos espacios hasta que yo también me fui y pensé que era una mala idea haber nacido si la vida se iba desparramando como un gran reguero de pintura y que nunca pudimos quitar de todas las grietas porque de haberte encontrado en algún bar de mala muerte, me habría sentado a la par tuya y te hubiera pedido que me amaras otra vez porque me había tomado tanto tiempo en entender y no me habrías dicho que ahora éramos distintos, sino que me habrías recibido con tus brazos en esa nueva vida paralela que solo existe en mi deseo y de la que nunca te voy a hablar porque esto es todo lo que hubiera sido nuestra vida de haber podido coincidir, un solo momento, contra los designios del reloj, en algún lugar equis para querernos con la simplicidad y maravilla que sí nos merecíamos.

Comentarios

  1. ¿Será que todas las vidas se asoman en una sola vida? Que son como hilos entrelazados, uno se queda de repente atrapado por siete o ocho años, casi nueve o una década según sea el caso en un nudo de esos que se le hacen a las cadenas que cuesta desanudar por suerte al principio o por desgracia al final pero siempre porque el destino así lo quiso, o más bien no. Más bien somos hilos sueltos llevados por el viento a no sabemos donde ni con quién…

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hilos, creo que sí. Que esa es como la imagen...

      Eliminar

Publicar un comentario

Gracias por compartir sobre tu propia esquina del ahora.

Entradas populares de este blog

Ecología del adentro

Aquellos lugares