Quién sabe

Quién sabe si las montañas esperarán por aquellos que seremos, si la brisa llevará las risas de aquel nuevo día que tantos ansiamos. Quién sabe si un minuto descuidado del futuro entenderá qué es el tiempo y una tímida mariposa verá las galaxias convertirse en un abrazo. Quién sabe si mi último suspiro lo recogerá la tierra fértil de los que todavía no están aquí, o si la palabra, esa chispa lanzada al cosmos, encontrará un tibio regazo donde quedarse dormida y soñar. En este siglo denso, toda lágrima parece evaporarse sin su frase de aliento y toda acción es un guijarro lanzado a un estanque donde perdió sus ondas. No es que no sepamos dónde vamos, es esta creciente sensación de que no hay adónde ir. Con todo, igual insistimos ciegamente en hacer algo que tenga sentido, no ese que compra y vende el mercado; aquel que nos hace reconocernos cargados de los siglos que nos buscan por una expiación.

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