Terminal de buses
Día oscuro y un ligero malestar. Desde temprano, el pensamiento teje telarañas que atrapan distraídos deseos. Así como estoy, metido en una terminal de buses con sus sillas de espera y su televisor siempre en silencio, soy una partícula anónima de humanidad. Nuestras vidas sangran tiempo por todos los poros. Y no hay nada extraordinario en eso. Todas las tragedias se acompañan desde tiempos inmemoriales y todas las esperanzas se cumplen, aunque no con los mismos actores o las mismas circunstancias de quienes las imaginaron. Es el sacrificio que ofrece cada cuerpo en este cerrado espacio de esta terminal de buses. Los mismos que van a ese valle del sur donde nací.
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