De las series inconclusas: Retablo ventana y hospital

 Todavía estoy en ese hospital. A los tres años... o cuatro. Poniéndome una ropa ligera color celeste. Sin entender lo que está a punto de suceder. Me quedo solo y los andamios de la memoria se caen enteros hasta que me llevan por los pasillos, acostado, nubladas todas las luces por las lágrimas. Grito y lloro, me resisto. En una mesa de operaciones a la par de la mía, un chico más grande (¿de ocho?), me dice algunas palabras de consuelo, pero las rechazo, es más, le grito como toda respuesta. Me han anestesiado pero no estoy dormido. Puedo ver la luz del quirófano y escucho voces. Siento vagamente la incisión. Un dolor soportable pero inequívoco. La memoria se detiene aquí de nuevo y no sé cómo, estoy en una habitación repleta de camas. Me han dado la que está a la par de la ventana. Tal vez porque soy del sur, o sea, alguien que vino desde más allá del Cerro de la Muerte. Tal vez porque desde ahí puedo ver a mi mamá cuando por fin llegue caminando por la acera del hospital. Pero no siento nada. Veo a través de la ventana totalmente ausente. Lavado de todo deseo. Mi mamá no llegó a visitarme, lo sé por el registro del carné de visitas del hospital que ella guardó hasta su muerte y que ahora guardo yo por alguna razón que se me escapa. Recuerdo ver cuándo llegaron a recogerme. No recuerdo haber sentido nada. Estoy seguro que no dije nada. Mi padre me dijo alguna vez que yo era un niño autosuficiente. Cómo he querido que eso hubiera sido cierto. Actualmente, me cuesta dormir, me cuesta confiar en la gente, me obsesiono con no olvidar, con no perder, sufro de codependencia y espero con ansias el apocalipsis que no llegará. No he vivido nada que pudiera reparar esa antigua incisión. Cuando veo, de nuevo, con los ojos cerrados, a través de la ventana del hospital, la acera gris y rígida permanece vacía, silenciosa, con ese obstinado sol detenido en ese mismo ángulo. Yo espero, impasible, que se reanude el tiempo. Estoy seguro que todos estos años solamente han sido alguna historia paralela que he estado imaginando desde esa cama metálica. Mientras llega la hora de visita, mientras me dicen que ya me puedo ir. 

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