Memorandum

 Establézcanos un perímetro. Un límite. Que nos permita crear defensas enormes, altas, muros inexpugnables y cuanta cosa tenga usted en su catálogo. Déjenos estar adentro, no afuera. Es insoportable el hedor que, a veces, percibimos de ese afuera. Que haya desodorizadores, desodorantes, aromatizadores, perfumes varios y emanadores de distintos tipos. En cada rincón... Y que no haya entradas... Tal vez una. Una salida. Es imposible vivir sin supervisar de vez en cuando qué hay más allá del perímetro. Aunque sabemos bien qué hay. Lo soñamos cada noche. En la madrugada. Angustia y monstruosidades sin nombre. Masas que son como líquido viscoso que se riega por encima de los bordes, de las fronteras, que no conocen los límites. Usted lo sabe bien. Usted que es el contratista debería también contemplar este tipo de cosas. Nosotros ni siquiera deberíamos saber que existe eso. A veces, con las caras pálidas de miedo, pensamos si usted tendrá algo en su catálogo que pueda ordenar lo que se muestra caótico, asimilar lo diferente, purificar lo contaminado y civilizar lo salvaje. Nos asombra que tengamos que pedir semejante cosa, que siquiera tengamos que imaginarlo..., menos contratarlo. Toda cosa en el mundo debería tener límites. Deberían conocerlos. Pensar siquiera que algo de ese afuera pudiera colarse aquí. No sé, por las tuberías, por esas caminos que solo tienen un sentido... Pero que esos, los del afuera, ignoran. Casi diríamos que encuentran placer en la falta de sentido común, en esas prácticas que son el contrasentido de lo que pacíficamente es lo normal. Es que entre más lo pensamos, más queremos otros trece centímetros de muro y otros veinte hacia el frente. Paredes insonorizadas, de un blanco absoluto. Para nosotros, la felicidad es posible solamente si usted cumple con lo pactado. Saludos cordiales.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Ecología del adentro

Abismo

Aquellos lugares