Tesis-sábado-amor

 No puedo dejar de pensar en la tesis. Es un viaje de cuatro años que apenas acaba de empezar y ya para mí representa una especie de histéresis. Más allá de su valor "objetivo": lo social, aporte a una disciplina, visibilización de aquello que estaba oculto, debajo de una hoja, de una roca, de estratos geológicos o entre las fisuras que dejan las palabras, porque nunca están completamente fusionadas. Fragilidad del sentido. Pero más allá de eso, es la transformación imposible. Ese imposible ser que uno deviene cuando se acaban todos los rituales. A veces me pregunto si esto es lo que hago mientras el amor permanece inacabado en el rincón oscuro de la casa. Sublimaciones. Temor al descenso. Mientras escribo, no puedo dejar de escuchar estas frases como si las dijera Annie Ernaux en mi cabeza. La voz de Annie Ernaux que he inventado para ella en mi cabeza. La voz de Annie Ernaux que leo en sus libros. La voz de Annie Ernaux a la que me suena su traducción al castellano, con el inexistente acento neutro que no se habla en ningún lugar sino en mi cabeza. Como si se hubiera colado en mi escritura a punta de insistencia, de pequeñas notas que dice son de un diario. Ya no puedo dejar de pensar mi vida como angustiosos procesos catastróficos de la subjetividad. De repente, esa preocupación que es la tesis es una apuesta al único amor que he conocido profundamente: los libros. Aquellos libros que leía en la adolescencia, en la juventud, con más dificultad en la adultez..., y que eran una puerta al no estar, no saber, puro acontecer. Cada uno con una voz diferente. No puedo evitar plegarme sobre mí mismo, retorcerme sobre mi propia voz que no suena a nada, que suena a quienes narran, que ahora suena a Annie Ernaux de forma extraordinaria, y que sonará después a otras voces-inventos que se alojan cerca, muy cerca, de mis propias preguntas. Así es, me digo, como deberían ser los abrazos: una historia hecha de palabras susurradas al oído y grafías que trazan las manos. Así es como debería ser la invención de una tesis que, si esa es la suerte, alguien leerá como una imposible otredad que se aloja en ese rincón oscuro donde duerme un amor inacabado y que, alguna vez, será un bostezo de las seis de la mañana porque tengo que ir a trabajar nos vemos te amo. 

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