Un instante y la libertad

 Los perros están al sol dormidos. Yo quería trabajar pero la laxitud de este momento es simplemente inevitable. Es el tiempo de la miel corriendo por las paredes de un envase y mientras el planeta y las galaxias y las pantallas. Una mirada, una grieta. Yo sé que es imposible adherirse a cualquier mitología y no vivir esclavizado por la palabra. Pero no hubo palabra, y a medida que los años se fueron volviendo más silenciosos, mi propio adentro, como una ostra, fue recubriendo de deseos y palpitaciones unos recuerdos hasta que todos sus bordes hirientes se sumergieron dentro de una superficie pulida, brillante. Alguien pasa y los perros se levantan todos ladridos y aspavientos. El tiempo se estremece y la vida ahora se vuelve concreta y demandante. De nuevo, soy libre, como quien elige dedicarse al piano o al arco, pero sin ceremonias públicas. 

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