Futuro

 Los perros esconden su nariz debajo de su pata delantera y así se duermen. Hechos un ovillo en la esquina de allá o en la cercanía que es acá. Permanezco en vigilia porque es de humanos pensar en las cosas que no existen. No está mal, de hecho. Es así como aparece la comida en sus platitos. Porque uno la saca del futuro, como si toda la potencia residiera allí. No en un origen o una esencia, sino en la pura potencia que el después puede expresar. Es esa focalización de lo invisible lo que es el cielo y la condena porque, ¿cómo no consumirse de miedo con un futuro excluyente, competitivo y progresivamente determinado? No sólo es la potencia de la realización, sino la potencia de lo que puede ser. Lo que conlleva la propia potencia futurística. El futuro podría ser, de repente, aquello que está prohibido (vive en el aquí y el ahora), aquello que es un destino inexorable (el juicio final o la muerte), aquello que es una creación en sí misma (el proyecto de sí) o aquello que siempre está abierto (el loco del tarot). Es así que la figura fundamental de la humanidad en el siglo XXI es el banco, que usa nuestros deseos y necesidades para inmovilizar y exprimir nuestro futuro.

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