Después de la lluvia

 Acaba de llover después de una noche hecha añicos y una ansiedad que continúa naturalizándose a medida que pasan los días. Tampoco fue un aguacero como aquellos de octubre, cuando octubre era octubre y los demás meses se comportaban como decía la abuela y la vida se consideraba inagotable. En medio de tanta nostalgia y tanto miedo, no tiene uno más remedio que desear el mundo que nadie procura por culpa de la inmediatez, la historia y una justicia a la moda. He mordido una pequeña hora del atardecer cocida en celajes para sentarme y escribir. Los perros ladran a quienes pasan hundidos en este sábado común y corriente. Me cuesta creer que tanta trivialidad sea responsable de las grandes catástrofes que anuncian quienes se asoman al futuro. Insisto en creer que no están completamente equivocados. 

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