Antes del café

Jaqueca de madrugada y los párpados sellados por las horas. La luz de la mañana es un velo gris sobre las cosas. En esta especie de quietud en la cual un tren brama en la distancia y motores de lavadoras se acompañan en sus ciclos, yo muevo cada uno de mis miembros con cuidado. Como si todavía estuvieran a prueba. Tengo los pensamientos fuera de sus lugares. Si muevo la cabeza impactan las paredes craneales con sus puntas irisadas. No lo hubiera esperado de un día como hoy pero..., tengo ganas de comerme el mundo. Aunque sea con mordiscos pequeños y lentos. En esta extraña esquina del ahora, el espíritu juega a desarmar un reloj y poner a rodar sus ruedecillas. Todo vibra me digo con ese temblor necio en el ojo y pongo a andar este cuerpo demasiado grande hacia la cocina donde todavía se acurruca, negro y confiado, el coffee maker. 

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