Paranoia

Puedo suponer una criatura iridiscente alojada en la base de mi cráneo, adentro, succionando la vida a través de mi médula espinal. Puedo suponer que, a cambio, llena de fantasías mis pensamientos. No hay ceguera más llena de colores. Es así que no siento su presencia ni quiero sentirla, porque quiero esos sueños que se propagan insidiosos por los recovecos cerebrales. ¿Qué tal si decir "yo" no es más que una manifestación de semejante parásito, junto con ese endémico miedo a desaparecer? Esa identidad que no es más que una elaborada defensa, un camuflaje. Luego, matamos, sobrevivimos, lloramos, queremos, deseamos en favor de esa criatura que no sospechamos. La única forma que toma la verdadera libertad es la de un punzón largo y grueso junto con un mapa detallado de las partes del cerebro.

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