En la pataconería

Música suave, un sol casi dormido y la ciudad tal cual. La vida es una cascada y yo una hoja. La rotonda de la hispanidad es un remolino de peces y renacuajos. Las sirenas nunca son lo que esperabas. Pero la música y un almuerzo con atraso y un poco de agua dulce. Hay algo de pasado en todo esto. No es nostalgia, no. Es, quizás, algún tipo de contaminación. A veces, siento que me estoy convirtiendo en otra cosa. En la página enmohecida de un libro de historia. En una nube deshilachada. En una roca sedimentaria en el lecho de un río. 

Me asalta un pensamiento por la espalda. En este momento, sé que nadie piensa en mí. No porque nadie me quiera. Muchas personas me quieren. Pero su vida es una corriente que se enreda en remolinos nítidos entre las horas del día. Pero, ahora mismo, nadie piensa en mí. Y no es algo triste. Es como si la vida te rozara sin hacerte daño.

Pero es, ahora me doy cuenta, completamente lo contrario. Con esto en mente, pago la cuenta. 

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