Ruta

Cambio continuo. Sin pausas. Sin verdaderos silencios. Especies milenarias se suceden unas a las otras. Mundos enteros colapsan y otros se levantan con la mirada limpia de la primera vez. Es así que se levanta uno, pequeño punto consciente, una mañana de abril. Como si hubiera dormido un siglo soñando pesadillas. He aquí que el mundo sigue su devenir, excepto yo, existencia en pliegue que se devuelve. Cuando llega el atardecer recuerdo la primera luz del día. Me doy cuenta entonces que la huella ha sido hecha y que la vida es la ruta imposible que sueña el amor.

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