Paredes

En la sucesión de las paredes que he visto alguna vez, destacan la pared de madera de mi cuarto de niño que colindaba con el comedor de esa vieja casa de mis padres; y la pared llena de retratos de desconocidos que vi en un sueño. De noche, cuando estaba acostado en mi cama pero la luz del comedor seguía encendida porque mi madre se quedaba hablando con algún invitado o le daba de comer a mi padre que llegaba con unos tragos de más, podía ver hebras de luz que se colaban a través de las rendijas de la madera. Los murmullos de los adultos se volvían una tranquilizadora canción de cuna para aquel niño que temía la oscuridad. La vida, todavía, parece ser la espera del sueño mientras busca uno esas imposibles trazas de luz entre los acontecimientos. Imposible captar algo inteligible entre los murmullos lejanos de las almas. Siempre se pregunta uno, antes de dormir, qué es el tiempo. Uno posa la cabeza en la almohada y ocho horas se convierten en un segundo. Efectivamente, es una caída en el vacío. De allí viene posiblemente mi insomnio. Siempre me asusto al pensar que estoy por cambiar de consciencia. De que mi cuerpo será otro. De que me aproximaré y me colaré eventualmente por esas rendijas que prometen un mundo sólo para iniciados y que, probablemente, se trate más de responsabilidades que de poderes inimaginables. Fue en el sueño precisamente donde me topé la segunda de las paredes que no puedo olvidar. Sueño en sepia. Otro tiempo. ¿Años 40? Tal vez. Una habitación de madera con muebles antiguos. Una de las paredes estaba tapizada de retratos que para mí, en la vigilia, son desconocidos, pero en el sueño no lo eran. El sueño era otra vida llena de historia, familia y amigos. Una existencia paralela. El dolor de dejar cada vez tanto el sueño como la vigilia. No distinguir entre el sueño y la vigilia. A veces he pensado que no era un pasado o una vida alterna, sino la premonición de seres infaltables que, por lo mismo, necesariamente se presentarán en alguna esquina del ahora. Aunque en el sueño uno los presente como salidos de otro tiempo, aunque en el sueño uno piense que son fantasías de la psique. Luego, no puedo dejar de tener la sensación de que uno transita laberínticamente por la existencia, rozando las paredes, presintiendo la luz tranquilizadora de otras dimensiones.

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