Gracias Norah Jones

Norah Jones la tarde de un domingo solamente porque el gris y la lluvia, ya saben. Podría depositarme, enterrarme en las cobijas de mi cama y perderme en la simplicidad del techo blanco. Comer algunas galletas plenas de chocolate con un vaso de leche ligeramente tibia si no fuera porque, poco previsor, no se me ocurrió comprarlas. Todo está a la espera del atardecer y un bombillo refugiado en un alero entibia el techo que lo cobija. Como si fuera posible responder un beso con una caricia o intercambiar sonrisas entre fracturas o salvar el espíritu en medio de la cabeza de agua que es este mundo o esperar que una mirada quiebre en pedazos las horas o que los minutos se escondan de una lágrima o... o... o... qué sé yo. Norah Jones tiene una voz que es como una luz. Cálida. Caricia y beso. Espíritu y eternidad. Creo que he tenido un momento de dicha gracias a la música.

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