Apenas ha salido algún pensamiento detrás de algún pliegue y, aquí, allá, por todo alrededor, se agitan erizadas las preguntas. Graznan sus interminables incertidumbres y levantan sus alas resentidas hacia el misterio. Casi imperceptibles, las criaturas de la memoria salen de sus madrigueras y llenan de evidencias los senderos de alguna diáfana identidad, de alguna inolvidable diferencia. Pequeñas sensaciones corren presurosas por las sombras que lanzan las enormes copas de lo cotidiano y, de vez en cuando, el zumbido característico de alguna disonancia cognitiva. A lo lejos, se distingue el sonido de una corriente de creencias que bien podría ser solamente efecto perenne de la sed constante que produce la vida. Órdenes, súplicas, interpretaciones varias, peticiones y despedidas surgen en bandadas periódicas. Dichas y tristezas, amores varios, enojos y frustraciones soplan entre esas altas copas de lo cotidiano y, a veces, parece que hablan. A veces, parece que hablo. Pero no... Es el
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