Casual en la noche

Son las 10 y media de la noche. Un día extenuante y unas invaluables alegrías. Estoy en la barra de un bar restaurante porque los platillos típicos me dan una seguridad de hogar que no puedo encontrar en mi aparta. Hoy dejé descansando las metáforas y esa estúpida voz poética que busco en las palabras complicadas. Me falta terminar una cerveza y pedí arroz con leche porque la comida típica, la comida típica me da una seguridad de hogar que no puedo encontrar en mi aparta; ese espacio al que, hace poco, entré por su puerta y era un espacio desprovisto de vos y no lo pude resistir. Por eso salí y me senté en una barra que está igual de desolada. Recorrí varias veces ese menú de platos típicos porque tuve un recuerdo, un pequeño recuerdo de esa seguridad de hogar que no puedo encontrar en mi aparta. Comí, pasó una bandada de remordimientos por mi espina dorsal y me atreví a poner un tímido mensaje que pestañea en la pantalla. Ante el último trago de cerveza, supe que era tiempo de volver a mi aparta; ese que me enreda la lengua cuando trato de llamarlo hogar.

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