Desayuno de madrugada

Madrugada. No distancias. Casi vacías calles de este cuerpo. Latidos sin propósito. No hay herida. Anestesia. Sueño. Me sumerjo en la primera soda abierta y concurrida. Soy un accidente en la barra larga que espera un pinto con huevo y abrazos no. La vida supura tiempo y un par de ansias. He descubierto ya hace mucho que, en cualquier momento y sin aviso, alguien te puede meter la cabeza de lleno en el hueco de una letrina, ponerle un mal ojo a tu fractura y darte una patada en dirección a la exclusión o a la soledad. Luego, la ciudad se duerme y se despierta sin ningún remordimiento, sociopática y feliz. Anestesia y un poco de facebook. Latidos. Estoy vivo, sí. No hay herida. Miento. Tiempo espeso. Sobran las explicaciones y los hechos se desfiguran con cada plato que veo pasar hacia otras mesas. Me sumerjo en este escrito. Pienso una mañana futura. No sé si en un mes o tres. La mañana de un desayuno sin esperas. Un abrazo que te cobija en ese lugar incierto del monstruo que sos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Ecología del adentro

Abismo

Aquellos lugares