Enero 2017

Este sábado, después de impresionantes celajes y carreras varias, está completamente quieto. Ya no espero ningún milagro. Parecía que había sucedido en diciembre, como si fuera un último suspiro de luz en el final de un año turbulento. Luego, la vida, en este enero de fríos vientos y algunos cálidos amaneceres, parece borrar la página de esas esperanzas felices. Me digo que es posible tomar con fuerza la dirección de este día o el de mañana, ¿por qué no? Es mi vida, al fin. Pero no puedo torcer la vida de los otros y pretender que eso lo justifica el amor. Pero la justicia, el convencimiento y la contundencia con que tenga que tomar decisiones no me libra de la tristeza ni de este sentimiento que todavía se quema como un sol pequeño en el pecho. Después de tomar un momento para repasar dos imágenes imborrables, debo poner en marcha el tiempo, porque enero comienza a despertar.

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